Hace 38 años Raúl Alfonsín recibía de manos del General Reynaldo Bignone, el bastón de mando de nuestra nación. Este bastón traía consigo el alivio de los sueños colectivos, la sensación de volver a ser libres y poder expresarnos; pero también acarreaba el peso de la muerte y desaparición de miles de compatriotas que incluso al día de hoy nos duelen. Este bastón pasaba de manos del último presidente militar, a uno electo por los ciudadanos, y así nos indicaba que se restauraba la democracia en Argentina.
Pero sin dudas la democracia que soñó Alfonsín en conjunto con los miles de hombres y mujeres que lo acompañaron en la lucha, todavía está lejos de ser realidad. Por eso y en honor a ellos, además de festejar debemos llamarnos a la reflexión y recordar que el país nos necesita; necesita que asumamos el compromiso de trabajar con más ahínco para terminar ese proceso de restauración. Y es que como dijo algún autor alguna vez: la democracia no es perfecta, pero es perfectible. Es tarea de cada ciudadano recordar y poner en práctica esa sencilla frase que sintetiza nuestra obligación patriótica de defenderla, cuidarla y fortalecerla un día a la vez.
Hoy es un gran día para recordar que de ningún modo la justicia, la libertad o los derechos humanos pueden pertenecer a un sólo partido político, muy por el contrario, son de todos y para todos. Pero debemos destacar la figura de nuestro prócer, quien enfrentó a fuerza de valor y convicciones al poderío más nefasto del que hayamos sido testigos. Por eso es inadmisible que tantos años después nos toque explicar nuevamente que somos todos dueños y forjadores de este país.
Lo dijo Esteban Bullrich y nos emocionó mucho ayer: más que nunca es momento de tender puentes, de dejar atrás la grieta, de dialogar y buscar entre todos una salida que favorezca al bien común. Tenemos la enorme responsabilidad de asegurar la democracia para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino.
Recordemos la historia y abracemos -más allá de las ideologías- la militancia de la vida, la justicia y la paz; será la única forma de heredar a nuestros hijos un país libre y próspero y cumplir entonces con el sueño de Alfonsín y tantos otros: 100 años de Democracia”.