La colaboración con Viudita surgió cuando el productor y amigo de Geronimo, Lacho, le mostró un cover que había hecho con ella. Inmediatamente Gerónimo quedó impactado con su voz y le pidió que la llamara y la invitara al estudio para conocerla y ver si podían armar algo juntos. Apenas llegó pudieron conversar y rápidamente, luego de escuchar algo de música, comenzaron a salir las ideas y nació “Lágrimas”.
Se trata de una canción que, como el mismo Gero cuenta, “nace del deseo de traer un poco más a la actualidad aquella música que tal vez escuchaban nuestros abuelos, nos pusimos a escuchar un poco de Julio Jaramillo como primera referencia y empezaron a nacer las ideas, esa tarde en el estudio la inspiración más grande para mí fue la conexión que tuvimos con Lacho y Viudita. Cada uno sacó un pedazo de su dolor y lo puso sobre la mesa para hacer esta hermosa canción, fue mágico y en solo un par de horas ya teníamos la letra terminada”.
“La canción lleva ese nombre porque es una especie de conversación de una pareja que va discutiendo y expresando su dolor y decepción amorosa, todo súper dramatizado y lleno de sentimiento”. Continúa, “La producción fue muy divertida e íntima al mismo tiempo, Lacho y Viudita ya se conocían, pero yo no, así que esa tarde que nació “Lágrimas” para mí fue también conocer a alguien desde el sentimiento del dolor que representa la canción. Con el paso del tiempo le fuimos sumando instrumentos, sobre todo con la búsqueda de plasmar un poco la cultura tan hermosa y diversa que tenemos en la región, por eso el estilo es tan amplio, la canción empezó como un bolero, luego le sumamos una pizca de tango, y por último le dimos los detalles con instrumentos bolivianos”.
Ya con 18 años, en esta etapa más madura de Geronimo como artista, “Lágrimas” es una oportunidad para comunicar no sólo un sentimiento sino también parte de su identidad, por eso decidió aprovechar tanto la canción como el video, para sumar detalles que representen lo que es hoy.
El rodaje del videoclip se realizó en La Chiquitania, una extensa llanura de América del Sur, ubicada en la zona transicional ecotónica entre el Gran Chaco y la Amazonia, por el cariño que Gero le tiene al lugar, y porque como él mismo dice, “hace un hermoso contraste con la canción, que tiene instrumentos más bien andinos, mostrando así un poco de la cultura tan diversa y hermosa que habita en Bolivia”.
Hijo de padre boliviano y madre estadounidense, nació en la colonial Tarija, evolucionó como artista en Santa Cruz de la Sierra mientras en las redes sociales ya tenía millones de seguidores, hasta lograr firmar su primer contrato discográfico convirtiéndose en el primer artista de la nueva generación de Bolivia que se unió a la familia Sony Music.
Cuando era chico, Gero desayunaba rock: su mamá lo despertaba con canciones adultas que calaron hondo en su educación sentimental. “Ella nunca me ponía temas infantiles: escuchábamos Guns N’ Roses o Bersuit desde las 6 de la mañana, full volumen. Desde ahí que mi gusto por la música es todo: no tengo recuerdos en los que no suene música”, cuenta.
Una abuela enamorada de los cantantes románticos y las peñas que convocaban sus tíos cada fin de semana -en las que rendían culto al folklore boliviano y al argentino- fueron determinantes para contagiarse las ganas de hacer música: su primer tema lo escribió a los cinco años (“Se llamaba ‘La cholita marinera’. En Bolivia, la cultura de las cholitas es enorme y hermosa”, recuerda Gero) y a los seis ya inventaba canciones de amor. En paralelo, también fue desarrollando su expresividad haciendo teatro y pintando.
Durante el encierro pandémico, Gero afinó el oído y afiló el lápiz al proponerse una rutina ardua pero satisfactoria: crear, al menos, cinco canciones por día. “Estaba desde las 9 de la noche hasta que terminara. Me bajaba type beats de distintos géneros y escribía sobre ellos. Y me dormía a las 10 de la mañana habiendo hecho cinco, seis, siete temas”, recuerda sobre ese tour de force compositivo que le otorgó disciplina y elasticidad de estilos.
Como la gran mayoría de su generación, Geronimo encontró en las redes sociales un canal natural para contarle al mundo quién es él y de qué está hecho. Sus perfiles de Instagram y TikTok ganaron masividad de forma exponencial, alimentados por contenidos en los que fue dejando pistas de su incipiente talento y vocación musical.