“Esta es la primera crecida y es como un aviso. Esto recién empieza. El fenómeno de El Niño más la temporada de lluvias (octubre-abril) nos marcan que tenemos cinco o seis meses con precipitaciones y los ríos respondiendo a esos factores”, expuso el ingeniero en Recursos Hídricos, Hugo Rohrmann.
En diálogo con Agencia FOCO, el especialista analizó los datos que marcan la tendencia del actual pulso de crecida, originado exclusivamente por el aporte del río Iguazú al Paraná, y lo que ocurrirá en lo que resta de esta semana y los primeros días de la próxima. Pero más en profundidad, evaluó el pronóstico trimestral que elabora el Servicio Meteorológico Nacional en Argentina y su par de Brasil, para proyecta lo que puede ocurrir hacia fin de año.
“La gran bajante del río Paraná produjo todos los impactos que ya conocemos, y un impacto silencioso: más gente asentándose a lo largo de la costa, porque vieron el río muy bajo y entonces se instalaron”, resaltó, marcando con especial énfasis el peligro que representa una crecida para quienes son “nuevos” en esos asentamientos en zonas bajas, como ocurre en partes de los municipios de Puerto Vilelas y Barranqueras, o también en zonas de la Isla del Cerrito. Por eso, subrayó “la falta de responsabilidad de los municipios”.
De ahí la necesidad de la acción de cada comuna para instar a esas nuevas familias ribereñas a edificar –si la decisión es permanecer en esas zonas- sobre pilotes a dos o tres metros de altura.
Como escenario general, el autor del libro “Crónicas Hídricas” y expresidente de la Administración Provincial del Agua (APA), recordó que esta crecida -la primera de varias posibles-, ocurre luego de cinco años sin que se registren avances similares del río Paraná. “Entre 2016 y 2018 hubo valores por encima de los 6,50 metros (en Barranqueras). Fueron, como ahora, cortos períodos. Pero en 2016, la crecida fue la más prolongada porque fue propia del río Paraná y del Paraguay”, indicó.
El pronóstico trimestral y su incidencia
Para noviembre, diciembre y enero de 2024 –comentó Rohrmann- las proyecciones para el país indican que “en la zona donde ya llovió y se generaron crecidas del río Iguazú y del Uruguay (que va por su cuarta crecida), habrá precipitaciones por encima de lo normal”.
Esa zona de la que habla–con pronóstico de precipitaciones superiores al promedio normal para la época- es la ubicada en el sur de Paraguay, en la zona de la represa de Itaipú, en Misiones, Corrientes y Entre Ríos, agregando además una parte del Chaco.
“Si se cumple este pronóstico, significa que podrán generarse nuevos episodios de pulso de crecida del río Iguazú”, reveló. Pero marcó que ese mismo pronóstico indica para la parte alta del río Paraná “precipitaciones normales”.
“Todavía no se espera una gran crecida del río Paraná”, resaltó, insistiendo en que lo esperable es que se produzcan “nuevos pulsos de crecida” del Iguazú, mayores o menores al actual según el acumulado de lluvias.
Cada vez más alto
Como dato negativo, el especialista marcó que “el río Paraná está cada vez más alto”. “Cuando empezó esta crecida, estaba entre 4 y 4,50 metros. Si ahora baja, podría quedar en 5 metros. Por eso el impacto es cada vez un poco mayor”, trazó.
Además, recordó que, más allá de cualquier fenómeno estacional (El Niño o La Niña) entre octubre y abril es la época de lluvias, lo que incidirá en que los actuales niveles del Paraná se mantengan, con leves oscilaciones a la suba o a la baja.
Otro aspecto que Rohrmann aportó al análisis es que el fenómeno de El Niño, que lleva dos o tres meses en tener impacto, “es distinto de acuerdo a las estaciones. Es decir, el mayor impacto históricamente es primavera-verano. Esto refuerza la idea de la posibilidad de nuevos pulsos de crecida del río Iguazú o de alguna parte del Paraná”, reveló.
Un descenso más lento
Rohrmann marcó que las nuevas lluvias generadas en los últimos días en el sur de Paraguay, Misiones y Corrientes (áreas de aportes), tendrán incidencia en que sea “más lento” el descenso de los niveles alcanzados en el pico de la crecida, que en el Chaco todavía no llega al máximo, algo que se estima ocurrirá entre este lunes y el martes.
Estimó que, a partir del jueves próximo, la represa de Yacyretá comenzará a reducir las descargas, lo que “en dos o tres días se notará acá como una bajante más definida”, explicó.
“Empezará a bajar tres o cuatro centímetros por días, pero a partir del domingo, pueden ser entre 20 o 25 centímetros por día, es decir, un descenso más sostenido. En cuatro o cinco días, se acomodará al cauce, alrededor de los seis metros”, expuso.
Con origen exclusivo en el Iguazú
En otro punto de la charla con Agencia FOCO, Rohrmann explicó que esta primera crecida del río Paraná se explica casi exclusivamente en el comportamiento del río Iguazú y en el área cercana a la represa de Itaipú.
Esta crecida con ese origen tiene un comportamiento distinto a las propias del río Paraná, que el especialista explicó de la siguiente manera: “Llueve, a los dos días está el máximo en las Cataratas, y en una semana tenemos el pico acá. Si no llueve más, el descenso es más o menos rápido. Y, además, sube rápido –según el volumen- pero es una crecida corta”.
La crecida propia del Paraná
En cambio –contrastó Rohrmann- si se trata de una crecida propia del río Paraná, la crecida se extiende durante todo un mes, un mes mantiene valores máximos, y dura otro mes completo en bajar. “En lugar de ser una creciente de 15 días, estamos hablando de tres meses y el impacto es distinto, especialmente en zona de bajos donde la gente debe mover ganado mayor y menor”, reveló.
Por otra parte, explicó que, para el actual pulso de crecida, existe otro detalle “favorable”: el río Paraguay “está muy bajo”, entonces “pasa más rápido”.
“Cuando el río Iguazú genera semejante crecida, la represa de Itaipú retiene más agua de la que ingresa. Espera dos o tres días, y vuelve a descargar. Con lo cual, el efecto es tener menos altura aguas abajo, lo que es beneficioso para nosotros, pero demora más en bajar porque empieza a salir agua de esta represa, que es por creciente propia del Iguazú”, comentó.
En tanto, diferenció el comportamiento de la represa de Yacyretá, que cuando crece el río Iguazú, comienza con las descargas “porque se viene el pico, y amortigua la crecida hacia aguas abajo”.
En esa línea, marcó que el trabajo de las dos represas apunta a amortiguar el impacto de las crecidas de los ríos. “Saben que pierden esas aguas por compuertas, no pasan por las turbinas y no generan energía, lo que significa pérdida económica; pero así se acomodan mejor para seguir generando energía”, puntualizó.