El Gauchito Gil, también conocido como el “santo de los pobres” y “gaucho milagroso”, entre otros nombres, despierta una enorme veneración en la tradición popular argentina. Pero la devoción por su figura se expresa particularmente todos los años el 8 de enero, fecha en que la que se ubica su fallecimiento.
Por eso, ya son miles las personas que llegaron entre viernes y sábado a Mercedes, ciudad ubicada a 250 kilómetros de la capital correntina, para visitar su santuario durante este fin de semana. Y se espera que alrededor de 300 mil devotos participen en Corrientes de las jornadas para venerar al Gauchito Gil.
Como lo indica la tradición, cada 8 de enero los peregrinos esperan rendir ofrendas, hacer promesas o simplemente agradecer al Gauchito Gil sus favores cumplidos. Por eso, desde este viernes la vera de la Ruta Nacional N° 123 ya se encontraba repleta de personas que se dirigían al santuario para participar del culto al santo, en el Predio Recreativo Devotos de la Cruz Gil. Allí, se encuentra el árbol donde se cree que el Gauchito Gil fue condenado a muerte.
En tanto, las autoridades locales señalaron que el domingo 8 de enero habrá en Mercedes un importante despliegue “de fuerzas federales, provinciales, Seguridad Vial, personal municipal, Salud y otras áreas”, con la finalidad de que todo se desarrolle con normalidad y organizadamente durante la peregrinación por el Gauchito Gil.
Por su parte, el intendente de Mercedes, Diego “Tape” Caram, informó a medios locales: “Ya no hay más alojamiento, Mercedes está llena y las reservas colmadas. Hasta las casas particulares y las habitaciones que se alquilan habitualmente entre el 6 y 8 de enero, fueron reservadas”. Asimismo, recomendó a quienes quieran sumarse a las jornadas que busquen hospedaje en localidades cercanas, como Curuzú Cuatiá, entre otras.
¿Quién fue el Gauchito Gil?
El Gauchito Gil es un santo pagano, cuya veneración está basada en la historia del gaucho Antonio Mamerto Gil Nuñez. Si bien se sabe poco a ciencia cierta de él, el relato popular y la tradición reconstruyeron sus pasos.
Antonio Mamerto Gil Nuñez nació un 12 de agosto – se calcula que podría haber sido en 1847-, en Mercedes, provincia de Corrientes, en una zona que en guaraní llamaban Paiubre. Fue un peón rural que peleó en la Guerra de la Triple Alianza, y que fue reclutado para formar parte de las milicias que enfrentaban a los federales.
Pero, según la layenda, el dios guaraní Ñandeyara se le apareció en sueños y lo convenció de no responder al llamado para no derramar sangre hermana, motivo por el cual desertó del ejército. Este podría ser el motivo que llevó a que lo condenaran a muerte, además de haber conquistado a una mujer en la que estaba interesado un comisario.
Su figura no tardó en comenzar a ser conocida como un héroe de los desprotegidos, un justiciero popular, un rebelde renegado que tenía la capacidad de proteger a los indefensos, ayudar a los ladrones pobres y curar a los enfermos. Por eso conquistó el corazón de miles de peones, que comenzaron a verlo como a una figura de veneración.
Si bien hay muchas variantes en el relato popular, se cree que el Gauchito Gil fue apresado mientras dormía una siesta. Según esta versión, el gaucho estaba desatento en ese momento, pero aún así logró esquivar las balas que querían matarlo, motivo por el cual se le atribuye la capacidad de sortear el fuego enemigo.
Pero, privado de su libertad, fue capturado para ser trasladado a la ciudad de Goya, donde debía ser juzgado. Sin embargo, algo pasó en el camino y, a 8 kilómetros de la ciudad de Mercedes, sus captores lo colgaron boca abajo en un árbol de la zona, donde hoy se ubica su santuario.
¿Qué se le pide al Gauchito Gil?
Desde entonces, el Gauchito Gil es visto como un símbolo de rebeldía, de resistencia y de justicia, que siempre toma partido por los humildes, los desprotegidos, los trabajadores, los enfermos y hasta los ladrones. Se le piden favores de distinto tipo y, sobre todo, protección, especialmente para viajar en la ruta.
Es por eso que también pueden verse miles de pequeños altares rojos en su honor en los caminos argentinos. Los viajeros tocan bocina a su paso, o se detienen, dejan distintas ofrendas, como cigarrillos o vino, le agradecen y continúan su camino.