Esta misma palabra anima a nuestras comunidades que han retomado las actividades presenciales.
La posibilidad de un encuentro personal, después de sostener con paciencia contactos por redes, sean individuales o en grupo, se ha vuelto ahora un ejercicio de misión que estimula el servicio en la Iglesia. Nuestras peregrinaciones, jornadas de oración, fiestas patronales y celebraciones en capillas y parroquias se han vivido con una sorprendente alegría. Desde el mes de febrero nuestra reflexión se centró de modo especial, con la Jornada mundial por los enfermos, en motivar nuestra oración y cercanía hacia ellos, con una actitud inspirada en la bienaventuranza de Jesús: Sean misericordiosos como el Padre es misericordioso. Como Iglesia vivimos en ese mismo mes la experiencia del fallecimiento del Pbro. Antonio Besil, que nos hizo compartir el dolor y la esperanza en la fe, junto a su familia y a la de tantas otras que perdieron sus seres queridos en este último tiempo.
En el mismo mes también nos unimos en Oración por la Paz y con una jornada de ayuno y reflexión sobre la situación de la guerra en Ucrania; es una instancia que aún nos interpela a todos y de distintos credos. Es también recurrente la memoria sobre el Niño por Nacer, el 25 de marzo, fiesta de la Anunciación del Señor; un signo profético que testimonia nuestra convicción del valor inmenso de cada ser humano que viene a este mundo.
Este mismo espíritu inspiró la peregrinación n° 43 del Via Crucis Interprovincial Corrientes-Chaco, que se retomó con entusiasmo después de la pandemia. La semana santa que siempre inicia con Misa Crismal, con la bendición de los óleos sagrados, celebrada en Puerto Tirol, sumó la apertura del año aniversario n° 70 de la fundación del templo dedicado a san José y Santa Rita de esa misma localidad.
2. El camino sinodal. En el camino pastoral más amplio y participativo, la Iglesia arquidiocesana fue partícipe de la Asamblea latino americana dirigida por el Celam (Comisión Episcopal de América Latina). Todas las instancias eclesiales (laicos, movimientos, presbíteros, consagrados, etc.) se ejercitaron en ponerse a la escucha de las realidades religiosas y sociales que desafían la vida de nuestros fieles y de nuestras comunidades. Este ejercicio fue el preámbulo para introducirnos en el camino eclesial actual. En este año 2022, desde nuestras comunidades, luego como diócesis y finalmente también como país se articuló una participación general en lo que llamamos Sínodo de la Sinodalidad. La palabra sínodo, que significa caminar juntos, ha motivado en nuestro ámbito de fe empezar con una consulta desde las bases, y privilegiar la escucha y atención de lo que nuestros fieles sienten sobre las situaciones que debe afrontar la Iglesia para renovarse, y para dar mejor respuesta a los desafíos de hoy. El fruto ha sido una abundante y variada respuesta que ahora sintetizada se eleva a nivel continental (AL) y que llegará como material de trabajo para el sínodo en Roma en octubre de 2023. Lo más valioso de todo esto ha sido la metodología de empezar no desde la jerarquía sino por nuestros fieles, para que esa voz a veces pasiva, otras veces silenciadas, puedan encontrar canales de expresión y favorecer el discernimiento del camino que debe emprender toda la Iglesia. Esa actitud de escucha abierta y general de toda la Iglesia es ya un testimonio que pone como protagonista a cada creyente, y genera un estilo de religiosidad que incluye y valora el aporte de todos y cada uno.
3. Peregrinos de la Esperanza. Estas perspectivas a nivel general de la Iglesia toda nos han motivado a retomar y profundizar las opciones pastorales en nuestra Iglesia local. En la última asamblea arquidiocesana del año 2019, que fue muy participada, emergió el compromiso de ser: Una Iglesia familia; una Iglesia en camino (sinodal) y una Iglesia abierta, misionera. Esta mística acordada entre todos, nos puso ya en sintonía con el hoy de toda la Iglesia. Nuestro consejo de Pastoral pudo discernir la oportunidad de hacer un encuentro diocesano que retomara esos propósitos y que actualizara la disponibilidad a comprometernos más en este camino. Fue una sorpresa que alrededor de setecientas personas convergimos en la localidad de Makallé en el mes de octubre, en lo que decidimos llamar: Pre – asamblea Arquidiocesana 2022, con el lema: Peregrinos de la Esperanza. Con exposiciones de laicos, religiosos, obispo y sacerdotes hemos podido revivir eso que el PP Francisco llama: el gusto espiritual de ser pueblo (Evangelii Gaudium 268-283), para situarnos como protagonistas en la sociedad ante los desafíos de la vida social, política, etc.
4. Presencia cristiana en lo social. En parroquias y capillas se despliegan de muchas maneras servicios de comedores, merenderos, asistencia solidaria a necesidades urgente, acompañamiento de adictos y sus familias, actividades varias de sacerdotes y laicos en el área de las alcaldías y de la cárcel. Esta presencia pastoral ha llevado a la secretaría de la Pastoral social de la Arquidiócesis a reflexionar y a proponer un mensaje que nos estimule a un compromiso siempre más coherente con nuestra realidad, deseando que el Evangelio y sus valores también sean una propuesta y un testimonio para dignificar a nuestros hermanos, para abrir horizontes que estimulen la responsabilidad civil. Sobre todo en ámbitos y lugares donde es preciso cambiar, mejorar y abrir senderos de superación y progreso. En esto es también necesaria esa constante actitud de escucha que permita construir espacios de diálogo y que capacita para oír y respetar el punto de vista del otro.
Sin disimular lo que creemos, queremos buscar relacionamos con sinceridad, para encontrar puntos de contacto, y para trabajar y luchar juntos en la construcción de una sociedad más justa. Creemos que se necesita el protagonismo del cristiano, involucrado con la transformación social, dóciles a la acción del Espíritu y con valentía para mirar la realidad y cuestionarla, proponiendo y colaborando en acciones transformadoras; en unión con todos los que quieran contribuir al bien en la verdad.
5. Diálogo interreligioso. Este año ha sido fecundo en el diálogo interreligioso en nuestra ciudad y en nuestra provincia. Merece una especial mención la primera jornada de reflexión ciudadana interreligiosa, que contó con panelistas de distintos credos, cuyo lema fue: Fe y política, organizada por la comisión Justicia y Paz y la Mesa interreligiosa del Chaco. En el respeto de cada identidad religiosa, con sus convicciones profundas, experimentamos que eso no es un obstáculo para cooperar en nuestra sociedad plural en el compromiso ciudadano. La diversidad nos hace poner en juego la capacidad de tender vínculos, y de descubrir convergencias para ponerlas en función del bien de todos. La identidad religiosa no limita sino que impulsa siempre a una consciente responsabilidad y – diría también- a una real misión en orden al Bien Común, entendido como un bien integral que busca la realización digna de toda persona y del conjunto de la sociedad.
6. Conclusión. Como Iglesia queremos cooperar efectivamente a constituirnos en un nosotros que habita nuestra casa común; cuidar el mundo que nos rodea y el ambiente que nos contiene es cuidarnos a nosotros mismos. Y con Francisco decimos: Queremos ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, que sale de sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad […] para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación y encuentro (Homilía en Cuba, 22/09/2015).