Además del taller, el proyecto incluye oficios de refrigeración, plomería y sanidad, electricidad e informática y una área de educación física que, en articulación con CURNE practican rugby. Todos ellos se dictan en el ala “Unidad Educativa” dentro de la misma institución.
El taller -que si bien ya existía, se retomó tras la pandemia- se gestó tras la finalización de un torneo de Rugby donde “Viento Norte” fue parte del festejo durante la premiación del mismo. Luego de ello, Marcos Parvanoff dictó una serie de clases y se concretó la idea de brindar el taller de música, lo que luego se vio impedido por la pandemia del Coronavirus.
Sin embargo, este año, la actividad pudo finalmente comenzar y al frente de las mismas, durante las mañanas, Marcos se dirige hacia la U7 para hacer música con la población penitenciaria. En una distendida entrevista con AGENCIA FOCO, contó de qué se trata el taller, cómo es su vínculo con las personas privadas de su libertad, qué sienten al hacer música y cómo ve su reinserción en la sociedad.
“La música tiene el poder de desconectarnos y de llevarnos hacia lugares, momentos o recuerdos”
Contó que los internos logran eso con el taller y que incluso, se genera un espacio donde comparten sus experiencias y vivencias. “Se genera una interacción entre los internos a través de la música, hay canciones que los llevan a un recuerdo o a un lugar y eso es algo valiosísimo para ellos por la situación en la que están”, asegura el joven.
Dicho espacio, además, genera una inclusión entre los distintos pabellones que, justamente al estar divididos, confluyen con la música: “Es el único espacio donde se comparte entre pabellones, porque no se cruzan en otros ambientes”, agrega.
Respecto de la metodología elegida por el músico -y acordada con las autoridades-, Marcos comentó: “Los divido en dos grupos, los que saben tocar y los que no tanto; en total son 30 internos”. Destacó, además, la función que cumple la Unidad Educativa en la vida de los internos y la importancia de la reinserción en la sociedad. “Eso juega un rol muy importante porque se van realizando, van mejorando sus conductas, sus comportamientos y eso se traduce en beneficios como el trabajo, algo que ayuda a la reinserción también”.
“Hay canciones que los llevan a un recuerdo o a un lugar y eso es algo valiosísimo para ellos”
Volviendo a sus clases, Marcos señaló que “no se trata de autoayuda o desahogo, sino que comparten un espacio, comparten música. La función inclusiva que se genera es la interacción entre los internos a través de la música”.
La Unidad Educativa cuenta con guitarras (criollas y eléctricas), elementos de percusión y bombos. Contó que se formó una banda incluso, que ellos mismos llamaron “Los Deli”, con dos cantantes profesionales dentro de la U7 y “se armó un ensamble de cumbia”. También existen otros que, de tan interesados y gustosos del taller, le preguntan al músico qué instrumento hace falta para pedirles a sus familiares que se los compren y así profundizar sus conocimientos.
“Enseño tres cosas: siempre pregunto sus preferencias musicales, más allá del aprendizaje básico que se les da como el cancionero popular, y luego, con los más avanzados se formó un ensamble de cumbia. También están quienes escriben rimas, con ellos trabajo un taller de composición, los voy guiando, ellos escriben y yo le pongo música”, cerró el integrante de Viento Norte.