En varias oportunidades fueron sorprendidos en el lugar y desalojados rápidamente. Pero el número de okupas fue incrementándose, llegando a decenas de personas, entre ellas numerosos menores de edad.
La situación fue puesta en conocimiento de las autoridades, con el fin de deslindar responsabilidades por lo que pudiera ocurrir durante las invasiones, pero eso no cambió la “rutina” de los “visitantes”, a lo que se sumó una serie de robos de materiales de construcción.
Semanas atrás los propietarios lograron reconocerlos e individualizar sus domicilios y las denuncias de intrusión previas fueron ampliadas. Algunos resultaron ser referentes políticos de la zona.
Esto enardeció a los intrusos que atacaron a cascotazos en plena calle su automóvil y una horda de una veintena de personas intentó apropiarse de la propiedad blandiendo machetes y hasta armas de fuego, y lanzando una lluvia de cascotes, pero no lograron amedrentar a la familia que permaneció en el lugar. Todo, ante un gran número de testigos.
Finalmente, desistieron y se retiraron antes del arribo de la Policía.
Días después reiteraron el intento, con el mismo resultado, ya que debieron abortar la maniobra ante el llamado de un vecino al 911 y el oportuno paso de una patrulla de la Guardia Urbana Municipal.
Pero cuando se creía que se había aplacado su interés por invadir la propiedad privada, recientemente volvieron a amenazar al propietario y volvieron a apedrear su automóvil al paso por las calles del barrio, aparentemente, ofuscados por no haber podido disfrutar a pleno la temporada expira.
Fuente: HDP Noticias