Desde hace ya unos años que Juan Solá y Franco Rivero son responsables de buena parte de la mejor y más potente literatura que se realiza en el nordeste. A partir de una poética que conjuga, en dosis equilibrada, irreverencia y ternura, cada uno viene desarrollando una obra que se planta con delicadeza, pero a la vez con convicción en el panorama de las letras argentinas. El miércoles 12 de agosto –y con la Feria del Libro Digital como escenario–Juan Solá y Franco Rivero llevaron adelante un conversatorio que recorrió sus lecturas, sus maneras particulares de concebir la escritura y la lectura, pero también la vida más allá de lo literario. La vida entre pasiones y pandemia.
Desde el sitio www.feriadellibrodigital.com.ar , la Feria del Libro Digital Leer es tu derecho se constituye así en un nuevo espacio para cobijar, entre otras formas artísticas y culturales, una literatura que marca el pulso actual.
Autor de La Chaco y de Épica urbana, entre otros títulos, Juan Solá se entusiasma pero, a la vez, destaca sus miramientos a la comunicación virtual como alternativa: “Es una herramienta muy interesante a la hora de difundir contenido autoral. Sin embargo, apuesto a despegar de lo virtual ciertos aspectos de la práctica que tienen que ver con la humanidad detrás de lo textual, entender que, a pesar de la utilidad de lo virtual, la escritura debe tener un lugar de preferencia “analógica” dentro de esta transición a lo digital, puesto que es en estos materiales que reposa gran parte del registro de nuestras prácticas sociales y culturales, y esto debe exceder las limitaciones espacio temporales de la electrodependencia”.
Dos veces ganador del premio del Fondo Nacional de las Artes –con sus poemarios Usted no viaja asegurado y Disminuya Velocidad–, Franco Rivero rescata la valoración y el respeto con que la Feria del Libro Digital lo convocó a participar: “Mostraron respeto por la escritura y por lxs escritorxs. El contacto que tuvieron conmigo tuvo tres momentos claves y en este orden: Primero, ‘Deseo que estés bien’; segundo, honorarios, y tercero, ‘queremos que participes’. Me alivió ese respeto y por eso acepté”.
En ese sentido, también Juan Solá destaca el valor que cobró el trabajo artístico desde que se inició la cuarentena por la pandemia: “Esta cuarentena hubiese sido mucho más difícil sin la permanente presencia de las manifestaciones artísticas. La idea de un encierro sin música, cine, libros, resulta agobiante. Quienes producimos arte le hemos dado a nuestro trabajo un valor inesperado, pero no impensable, muchas veces negado desde la industria cultural y ahora exaltado por las características propias del encierro”.
Al momento de escribir, sin embargo, la cuarentena operó de manera diferente en uno y en otro. Mientras que Solá reconoce que escribió mucho más –hizo un taller y retomó una novela, entre otras cosas–, Franco Rivero no le adjudica mayor incidencia: “Trato de mantenerme en estado de escritura-escucha. No dejé de escribir porque para mí la escritura es oficio y, viendo en perspectiva, el ritmo no me cambió en mucho. Por ahí tuve más tiempo, pero el tiempo no es garantía de nada”, asegura.
Como autores que asumen el oficio literario con toda la suma de contrariedades y expectativas que trae consigo, tanto Rivero como Solá proponen miradas críticas acerca del llamado mundo del libro. Sobre todo, a partir de lo que suscitó la crisis por la pandemia. “Creo que el libro no puede perder frente al encierro –plantea Solá–, casi te digo que van de la mano. Lo que sí creo que puede cambiar es la percepción que se tiene de quienes los producen, desde lo autoral a lo editorial y comercial. El mundo actual exige cada vez más arte para consumo, podemos producirlo, pero necesitamos que quienes lo gerencian (editores y productores, especialmente) se tomen en serio no solo el producto terminado, sino lo que le cuesta al artista llegar a él. La labor artística es muchas veces invisibilizada y, en consecuencia, muchas personas creen que pueden seguir pidiéndonos que trabajemos ‘de onda’. Derrumbemos la idea del amor al arte como excusa para ocultar el esfuerzo que conlleva la creación artística”.
Sensibles, furiosos y con talento, Franco Rivero y Juan Solá dieron lustre a la experiencia de la Feria del Libro Digital.
Así escriben:
Dormideira (Juan Solá)
En una maceta de tu patio crece una plantita de dormideira. Allá, donde yo vivía, había muchas. Cada vez que pasaba, las acariciaba y las dormideiras salvajes se cerraban al instante.
Pero tus dormideiras no se cierran, porque has conversado con ellas demasiado tiempo y ya reconocen tu voz.
Y es que hasta las plantas quieren oír tus carcajadas.
Y un día vas a salir al patio y te vas a arrimar a la maceta y vas a decir buenos días y cuando acaricies, me acariciarás el lomo.
Psykhé (Franco Rivero)
de chico decía para mí
por qué será
que a donde vaya yo
se traslada la vida
también me preguntaba
qué era eso de despertarme
y sentir
algo que se despierta conmigo
como dentro de mí
sentía el alma
lo supe cuando el tío basilio
me enseñó la palabra
espíritu
y yo le pregunté qué era
y me dijo
es el alma hijo
todos la tenemos
y cómo es
como aire
dijo
como aire
entonces respiraba con miedo
cada vez que me daba cuenta
de que respiraba
tenés que tomar aire antes
de zambullirte
me decían
para tener más alma
pensaba yo
y era lindo andar
por debajo del agua
con un alma
más grande