Es en esta fecha, del año 1847, que llega al Valle de Lago Salado, Utah, (hoy EEUU), el primer grupo de pioneros a fin de establecerse. Estas personas formaban parte de una comunidad religiosa conocida como La Iglesia de Jesucristo de Los Santos de los Últimos Días, quienes debieron huir de una implacable persecución por motivo de sus creencias religiosas. De hecho, su máxima autoridad en aquel entonces, el profeta José Smith, había sido encarcelado injustamente y asesinado junto a su hermano Hyrum en 1844. Su muerte ocurrió como consecuencia de una orden ejecutiva de expulsión o exterminio decretada, en contra de los miembros de la Iglesia, por el gobernador del estado de Misuri en 1838.
La persecución despiadada los llevó a trasladarse por varias ciudades hasta que en 1846 comenzó el gran éxodo hacia el oeste de la frontera de los Estados Unidos, a una zona inhóspita y poco favorable. Al inicio lo hicieron con carros tirados por bueyes y caballos, pero luego, sin otra posibilidad, las familias se agruparon tomando carros de mano e iniciaron una larga caminata de dos mil cien kilómetros, durante la cual sufrieron hambre, frio, enfermedades y muerte. El legado de estos pioneros consiste en su fe extraordinaria en Dios y su hijo Jesucristo y, al mismo tiempo, el haber establecido una sociedad sobre los principios de vida y conducta que eran la fuente de su propia inspiración, cohesión, éxito y felicidad. Se estima que entre 60.000 a 70.000 personas realizaron este viaje entre 1847 y 1868.
Cada 24 de julio se rinde homenaje a todas las personas que contribuyeron a edificar el estado de Utah, independientemente de su religión u origen.