• Huesos: La vitamina D es activada por los rayos UV. Es fundamental para la mineralización de los huesos y de los dientes. Los potentes rayos del sol se encargan de activarla.
• Piel: La radiación solar ayuda a prevenir y a manejar el acné, y en casos severos como la psoriasis, los rayos solares son determinantes para ayudar a remitir la enfermedad.
• Defensas: El sol puede aumentar el número de glóbulos blancos en sus dos líneas, neutrófilos y linfocitos; estos conforman el primer escuadrón de defensa del organismo.
• Grasas: Los niveles de colesterol se reducen en las personas durante los veranos; la luz solar es fundamental para metabolizarlo. Además, la gente hace más ejercicio cuando el día es luminoso.
• Presión arterial: Cuando se dilatan las arterias de la piel se reduce la cantidad de sangre concentrada en los órganos, esto baja la presión arterial, lo que es ideal para los hipertensos.
• Corazón: El corazón se contrae por acción del calcio; cuando es insuficiente, las hormonas paratiroideas lo toman de los huesos para dárselo. Pero cuando una persona se asolea se disminuyen los niveles de estas hormonas.
• Vida sexual: A quienes dicen que su líbido se eleva en verano les cabe algo de razón. Los rayos del sol también incrementan ligeramente los niveles de testosterona, que en hombres y mujeres es la hormona del deseo.
• Somnolencia: Los rayos ultravioleta regulan la producción de melatonina, hormona que ayuda a definir los ciclos de sueño. La luz solar reduce sus niveles, lo que ayuda a sentirse más despierto.
• Estado de ánimo: La radiación del sol promueve la síntesis de la serotonina, una sustancia relacionada con el bienestar y que también ayuda a regular el sueño y hasta la conducta sexual.