Por el momento, acordaron conservar la llave del comercio, conformar la nueva figura de administración y esperar la resolución judicial de las deudas y pagos pendientes. “La gente nos pide que sigamos para adelante, nos promete su apoyo y eso nos llena de optimismo”, relató Víctor Acevedo, uno de los emprendedores.
“A este negocio lo hicieron grande los empleados, aquellos que dejamos la vida durante tantos años, por eso no lo podíamos dejar cerrar”, resumió Víctor Acevedo, uno de los integrantes del grupo de trabajadores que decidieron autogestionar el Supermercado San Martín, de Barranqueras, tras su abrupto cierre el 3 de abril pasado. Hace una semana, todo era desolación. Es que al llegar a su lugar de trabajo, como tantos otros lunes durante los últimos años, 10 empleados de la firma se encontraron con las cortinas bajas, el predio virtualmente vacío una inmensa incertidumbre mezclada con bronca e impotencia.
La forma en que confirmaron la peor de las noticias, el cierre de un establecimiento que funcionó por más de dos décadas no melló, sin embargo, en el espíritu de los compañeros que, en tan sólo siete días, lograron un acuerdo para hacerse cargo de los destinos por sus propios medios, ahora con la figura cooperativa. En declaraciones a Radio Provincia, relató que aquellas horas después del cierre “todo era desesperación, no sabíamos qué hacer ni qué camino tomar, pero gracias a Dios siempre hay alguien dispuesto a tenderte una mano”.
Desde aquel momento, el Centro de Empleados de Comercio aportó su apoyo solidario y luego se fueron sumando voluntades. Integrantes de la entidad gremial fueron orientando a los entonces ex trabajadores del supermercado para que puedan transitar hacia la autogestión. “Estos señores están acostumbrados a cerrar empresas y dejar gente en la calles; eso es durísimo para cualquiera”, subrayó. Después de años de trabajo, los empleados no recibieron más que mensajes de Whatsapp indicando que debían concurrir a la Dirección Provincial del Trabajo para determinar los pasos por seguir.
Caída libre
Antes del cierre, en el supermercado trabajaban unas 20 personas, con distinta antigüedad. Los problemas comenzaron con el fallecimiento del dueño original, y los nuevos administradores, los hijos y la esposa, se hicieron cargo de la empresa. “En todo el 2021 tuvimos muchísimos inconvenientes para pagarnos los sueldos, de hecho quedaron pendientes vacaciones y aguinaldos, entre otros conceptos”, describió Acevedo.
Muchos empleados comenzaron a buscar nuevos rumbos aún antes del cierre y el resto se quedó con la esperanza de que la situación pudiera mejorar. “Los nuevos administradores nos pedían paciencia y buena voluntad, nos prometían que la cosa iba a mejorar pero lo cierto es que sin ayuda de nuestros familiares y amigos no hubiésemos podido subsistir hasta hoy, e incluso ahora tenemos muchas deudas por levantar”, relató.
Sueño en marcha
Tras el cierre de la empresa, los empleados y la patronal se reunieron en una instancia de Conciliación Obligatoria. La nueva administración cedió “momentáneamente” las llaves del local para que, con la venta de lo poco que quedaba, los trabajadores generaran algunos ingresos como para llevar sustento a sus hogares.
El local comercial pertenece a los dueños. Por eso, se consiguió el acuerdo para seguir administrando el supermercado hasta tanto se termine de resolver la cuestión en los estratos judiciales. “Ahora, estamos en condiciones de conformar una cooperativa, estamos en ese proceso a través de la Dirección Provincial del Trabajo y la Dirección de Cooperativas de la provincia; a partir de allí podremos convertirnos en los dueños”, apuntó Acevedo.
En cuanto a la deuda, hay procedimientos pendientes y pagos por resolver; pero por el momento los trabajadores continuarán gestionando el emprendimiento. “Este es el supermercado de referencia en Barranqueras, la gente sabe que acá tiene un lugar a donde abastecerse y así lo hizo siempre”, aseguró.
Desde el pasado sábado, los noveles cooperativista no reciben más que palabras de aliento: “la gente nos pide que sigamos para adelante, nos promete su apoyo; y eso nos llena de optimismo”. En el horizonte, un sinnúmero de desafíos. “Este paso de empleado a dueño nos demanda un gran aprendizaje pero al ver a la gente entrar y comprar como siempre nos motiva para afrontar todo lo que nos espera”, se ilusionó.