Marzo es el mes dedicado a la cineasta belga Agnès Varda. En esta oportunidad se proyectará Sin techo ni ley.
La iniciativa se lleva adelante de acuerdo a las nuevas medidas dispuestas por el Gobierno provincial para la realización de actividades culturales. Por lo que la entrada es con previa reserva al correo electrónico reservacultura2021@gmail.com o personalmente dirigiéndose al espacio cultural de lunes a viernes, de 9 a 12 y de 16 a 20. A cambio se solicita una contribución voluntaria.
El ciclo Grandes clásicos de la historia del cine, bajo la coordinación de Alejandra Muñoz, repasa la evolución del corpus de obra de los grandes autores del cine de todos los tiempos. Cada mes se visualizarán films de un/a gran director/a, compartidos de modo cronológico, con una introducción teórica y una instancia final de puesta en común.
Esta propuesta integra la agenda Vivas, libres y liderando nos queremos, llevada adelante por el Instituto de Cultura, la secretaría de Derechos Humanos y Géneros, y la Unidad de Coordinación y Monitoreo de Políticas Públicas para la Igualdad. Se enmarca asimismo en Patrimonio Activo, programa del Instituto de Cultura mediante el cual se busca poner en valor el patrimonio cultural y natural de la provincia, junto con sus centros culturales, museos y elencos estables.
Marzo
Agnès Varda fue una increíble cineasta belga, ganadora del Oscar y el León de Oro del Festival de Venecia, entre otros premios. Durante el mes, se compartirán cinco largometrajes realizados a lo largo de más de 60 años de carrera, en los que recorrió todos los géneros y formatos, demostrando versatilidad e innovación con humor y una mirada profundamente humanista.
Sin techo ni ley
Encuentran el cadáver de una mujer joven que ha muerto helada en una zanja en invierno. Era una vagabunda llamada Mona, cuya vida conocemos a través de flashbacks y pequeñas entrevistas semi-documentales a la gente que la había conocido durante las últimas semanas de su vida. Mona era una mujer joven, distante, independiente y no demasiado agradable que se movía de un sitio a otro, viviendo allí donde le era posible y sin buscar la ayuda o el amparo de nadie. La auténtica naturaleza de Mona permanece como un misterio para todos aquellos que cruzaron su camino con ella.